Tradicionalmente a los cerdos en Galicia se criaban con una gran variedad de alimentos: berzas, nabos, granos y toda clase de restos de cocina. Tres veces al día se bajaba la comida en calderos a los cochinos y se les echaba en la "maseira" -comedero, antiguamente de piedra o madera y más modernamente de cemento-. En un principio se les daba todo cocido, aunque posteriormente y en contra de la opinión de los más ancianos, se les empezó a suministrar en crudo.
En algunas partes de Galicia, los cerdos pastoreaban con las vacas y las ovejas, incluso se llevaban al monte con las primeras, pero sólo cuando eran pequeños, desde que se empezaban a cebar no salían más de las cuadras.
Estas eran las más oscuras de todas, quizás el lugar más oscuro de toda la casa, donde no existían ventanas y apenas llegaba la luz.
Lo curioso del caso es que si bien al resto del ganado lo atendía el hombre, todo lo relacionado con la crianza del cerdo: su alimentación, el llevar las hembras al verraco, la atención en el parto, etc., corría a cargo de las mujeres.
Como ejemplo real de lo dicho hasta ahora, valga la descripción hecha por el veterinario Rof Codina en 1932 a cerca de cómo se criaban los cerdos en Chantada:
“Apenas existe campesino que no tenga un mayor o menor número de cerdos y en el caso de labradores acomodados se puede llegar hasta las 20-30 cabezas o más. Su alimentación se basa en el pastoreo y en los residuos de cocina preparados con verduras y salvados o harina de centeno o maíz, durante la mayor parte de su vida, hasta llegada la época de alimentación intensiva para su engorde, cuando se van a sacrificar. En esa época se alimentan con cocimientos de nabos, remolacha, calabaza y patatas, al que se mezcla cuando se administra, suficiente cantidad de harina de centeno o maíz. A las primeras horas de la mañana y media noche, se les ofrece pienso de castañas o maíz".